24 temporada 7




24 se estrenó el 6 de noviembre de 2001 y desde la primera de sus siete temporadas fue un éxito sin par. Con una audiencia que se instaló en USA inicialmente en los 8 millones y que después trepó hasta los 12 millones, que sigue teniendo hoy picos de 16 millones en la sexta temporada y con 33 millones en la premiere de este mismo año, se trata de una serie que ha recibido el beneplácito del publico y de cierta crítica, pero al mismo tiempo ha sido muy resistida y se la acusa de no pertenecer al dorado limbo de la televisión de calidad que tienen en The West Wing y en Los Sopranos … a sus epítomes.

Aunque como toda categorización ésta es dudosa la Televisión de Calidad al menos tiene una filiación mas o menos clara. Se trata de la conversión a la relevancia disparada por CBS en los años 70 y que tuvo en los shows de Mary Tyler Moore a su primer exponente.
Mas específicamente la Televisión de Calidad remite a la autoreflexividad textual y al humanismo liberal pregonados por Jane Feuer en MTM Quality Television en el lejano 1985, incluyendo la calidad del elenco, la hibridación de la estructura serial y episódica, una rica complejidad narrativa, una voz bárdica -noción acuñada por John Fiske y John Hartley en Leyendo la Televisión, como se veía ya en la dinámica de Hill Street Blues, hasta llegar a la calidad maravillosamente cinemática de The West Wing y The Sopranos.
También se pueden añadir a todas las características anteriores el pedigree de los productores, el objetivo de una demografía de alto nivel de consumo, una historia y memoria diegéticas y un énfasis mas que notorio en el realismo como rasgos adicionales y complementarios de la televisión de calidad.

Inusual complementariedad de los estilos cinematográfico y videográfico Si el estilo visual cinemático es la característica mas evidente de la Televisión de Calidad, no hay nada que lo viole mas consecuentemente que el estilo estético de 24, que enfatiza tanto o mas lo videográfico que lo cinematográfico en su factura.
El carácter híbrido de 24 se trasluce desde los principios mismos de filmación ya que se lo rueda en 35mm y en formato 16:9 en vez de en el tradicional 4:3 aun dominante en Chile. Tambien como sucede con la mayoría de la películas made in Hollywood, el 70% de 24 se rueda fuera de estudios en localizaciones cerca de Los Angeles.

Y aun cuando se filma en interiores proliferan los primeros planos lo que es mucho mas prototípico de las películas convencionales que de las series televisivas. Se utilizan técnicas de filmación cinematográficas como el chiaroscuro, y el tratamiento de muchas escenas remeda sin empacho al mejor cine profesional. Cada capítulo cuesta 4 millones de dólares y se filman 12 capítulos de 90 minutos por temporada enfatizando aun mas este carácter cinematográfico. A pesar de todo lo anterior el rasgo mas distintivo de 24 es su dependencia hiperbólica en lo videográfico, con sus orígenes en la manipulación electrónica, hiperactividad y obsesión por los efectos especiales. En el caso de 24 lo que mas llamó la atención en sus inicios fueron los relojes digitales, el texto en la pantalla, las pantallas divididas -mi favorito- y la increíble superposición en la escasa pantalla televisiva de hasta 5 escenas simultáneamente, todas con su correspondiente carga dramática.

En esos casos muchas veces dos pantallas muestran la misma escena, desde distintos ángulos de cámara demostrando la falta de interés por lo narrativo y el interés mas que especial en lo videográfico.

Contagiando efectos de realidad
En una primera lectura naif este sobreénfasis en lo videográfico descalificaría las pretensiones a formar parte de la Televisión de Calidad para 24, ya que por ejemplo el uso de pantallas partidas está mucho mas asociado a la transmisión de deportes en vivo o a las noticias que a la calidad de Los Soprano.

No queda duda de que 24 pretende contagiar un efecto de realidad combinando los marcadores visuales de la televisión en vivo con una estructura narrativa, tratando de conectar como no se lo había intentado nunca antes los ritmos del programa con los ritmos de la vida cotidiana del televidente.

También se puede trazar una conexión bastante fuerte entre esa pantalla dividida y la estructura de una página web con su multivariada propuesta estética y gráfica. En ambos casos se bombardea al lector con hiperinformacion y se busca un depliegue de su hiperactividad.
Lo cierto es que la asociación de 24 con estos fenómenos de remediación pone en entredicho la mayoría de las propuestas taxativas acerca de lo que fue hasta ahora la televisión de calidad. Si hay algo que caracteriza a 24 es no solo haber llevado al paroxismo el uso videgrafico de la pantalla sino incluso haber incrustado sus características cinematicas dentro de la estética videografica.

Lo que ha logrado 24 es no solo inventar una nueva estética que logró promocionar lo videográfico convirtiéndolo en estructura narrativa, sino que encima ha generado una posibilidad de autoreflexión estilística televisiva con un efecto prodigioso. La legitimación de su calidad ya no le viene -como en el caso de la Televisión de Calidad clásica- de su afiliación al paradigma del cine, sino al revés, a haber inventado una nueva categoría cual es una calidad que no adviene de lo cinematico sino de lo videográfico.

Pero no se trata tan solo de un sobreénfasis en lo visual, sino que el exhibicionismo narrativo de 24 está mucho mas ligado a las constricciones estructurales supuestas en su compromiso con el tiempo real que a cualquier performaividad en términos de fuegos de artificio. La serialidad es la norma en esta serie en donde este rasgo tiene un rol protagónico por sobre lo episódico como en ninguna otra serie de la televisión mundial.

Es tan fuerte este rasgo que la tensión narrativa de la serie pasa mucho mas por la estructura que por la complejidad de los personajes o por el argumento. Su mismo titulo -es impensable que se llame Agent Bauer o CTU- o alude a su mecanismo de base, antes que a un lugar, un protagonista o una descripción de tiempo y espacio. Al mismo tiempo se utilizan todo tipo de recursos para enfatizar que el show tiene lugar en tiempo real buscando crear ansiedad y suspenso a mansalva.

Claro que se podría eliminar el carácter serial sin perder mayor calidad argumental, pero hacerlo privaría a la serie de su principal rasgo distintivo, la conexión entre el último segundo de la hora anterior con el primero de la hora posterior, que, a menos que hagamos la trampa como me gusta hacer a mi, de ver la serie en DVD tragándonos entre 2 y 3 capítulos seguidos, necesita de ese recurso para asegurarse la continuidad en intervalos de una semana.

Un formato determinado por su propia promesa de cierre

Lo especifico de 24 respecto de otros programas seriales es que su formato esta determinado por su propia promesa de cierre. Como cada temporada transcurre en un solo día, desde el episodio uno todo está enderezado a concluir -suponemos que preservando a Jack aunque no a otros protagonistas claves de la historia- del mejor modo posible en esa misma temporada.
Dada la naturaleza mas que intensa de la serie el número de muertes en la pantalla es mas que alto comparado con la mayoría de los dramas televisivos. De los 28 personajes principales que han formado parte del elenco principal en las pasadas seis temporadas, 10 ya están muertos Para hacer la cosa mas interesante cada temporada incluye varias subtramas abiertas con final incierto, que se van renovando cada 2 o 3 episodios, que vuelven todavía mas compleja esta dialéctica cierre/apertura Esta oposición es la que crea tensión a través de la estructura del mismo modo que la narrativa crea una tensión a través del argumento.No hay duda pues de que 24 ha inaugurado un nuevo género en si mismo pero para al hacerlo ha llevado al extremo la obsesión con las restricciones del tiempo televisual y la compulsividad con que generalmente se da cuenta de las mismas.

Diciéndole no al humanismo bienpesante

Donde 24 se aleja mas que nunca de la Televisión de Calidad es cuando nos referimos a la densidad narrativa y al caracter altruista y progresista de los personajes que son su sello de fábrica. No hay personaje mas chato y vacío que Jack Bauer, no hay peor padre, esposo pero sobretodo mal ser humano que un torturador profesional, un manipulador de conciencias y un devoto fanático del nacionalismo norteamericano como Jack Bauer.

Correlativamente en vez de resolver tensiones, plantear alternativas racionales o discutibles toda la serie está enderezada a explotar la ambigüedad, a mostrar que la resolución de las grandes crisis vinculadas con el terrorismo global o las grandes catástrofes del tercer milenio son problemáticas y vienen cargadas de daño colateral al mas alto nivel.

Y aun así justamente por salirse del marco pedagógico, por evitar el maniqueísmo humanista reblandecido y al mostrar que toda acción tienen una resultante, que los dilemas morales no tienen ganadores y que detrás de la política hay maquinaciones sin fin 24 es mucho mas “realista”, refleja/bendice lo existente en sus propuestas mucho mas que The West Wing y retrata bastante mas fidedignamente el tipo del mundo en el que no esta tocando vivir. Si alguna enseñanza nos deja 24 cuando se la quiere subsumir bajo el rasero de la television de calidad es que los criterios que determinan la calidad son históricos y perecedores y están mas que ligados a la ecología de los medios.

Quizás pronto muchos críticos empiecen a aceptar que 24 en vez de ser la coronación o la forma teratológica (monstruosa) de la televisión de calidad está inaugurando con su sobreénfasis en la televisualidad una nueva categoria de television de calidad. Mucho mas cercana a Internet que al Cine, mucho mas próxima de la diégesis que de la mímesis.

Referencias Chamberlain, Daniel & Ruston, Scott “24 and twenty-first century quality television” en Steven Peacock (ed) Reading 24 TV against the clock (Tauris 2007)













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